“CAUSA GRAVE”: La opereta del descaro
Por Felipe Guerrero Bojórquez
Alejandro Gertz Manero no renunció: lo renunciaron
Y lo hicieron con un procedimiento tan burdo que ni siquiera se tomaron la molestia de esconder la mano del poder que jaló los hilos. El libreto fue sencillo: el Fiscal presenta una carta de “dimisión” porque la presidente Sheinbaum lo invita a encabezar una embajada en un país “amigo”. Morena, sin rubor institucional, decreta que eso constituye una “causa grave” para dejar el cargo.
Lo que vimos en el Senado no fue un acto republicano, sino una mascarada de obediencia, un teatro de opereta donde la mayoría oficialista aplaudió lo que el poder ordenó, sin rubor, sin pudor y sin contratiempo.
Pero la joya del espectáculo corrió a cargo del Partido Verde, que calificó como “absurdo” aplicar literalmente la ley. La admisión más disoluta de la noche: aceptar que la norma estorba cuando el poder quiere limpiar lo que le incomoda. En ese instante, el Senado dejó de ser Senado porque quedó reducido a cortesano del Ejecutivo, pero en versión “me vale madre”.
Lo que ocurrió es demasiado transparente para fingir sorpresa. A Gertz no lo sacaron por cortesía diplomática, sino porque ya estorbaba. Estorbaba con sus expedientes, con su historia de venganzas personales, quizá con su capacidad de filtrar; o de tener demasiados datos para chantajear o que lo chantajearan; para presionar o simplemente saber demasiado de demasiados. Estorbaba porque ya no encajaba en la nueva narrativa del régimen. Estorbaba porque su desgaste público contaminaba una etapa donde la Presidenta quiere generar sensación de “renovación”, aunque abajo sigan las mismas prácticas.
¿Por qué corrieron realmente a Gertz? Ahí está el misterio que muchos entienden pero nadie dice.
- ¿Por el huachicol fiscal?
- ¿Por las redes de casinos, armas y hasta certámenes de belleza?
- ¿Por los expedientes que guardaba de los hijos de AMLO, de gobernadores, de operadores, del obradorato entero?
- ¿O simplemente porque ya no obedecía como antes?
La verdad es simple: Gertz sabía demasiado y ya no era útil. En la 4T, cuando dejas de servir, te vuelves un riesgo. Lo grave no es que Gertz se haya ido. Lo grave es lo otro:
Quedó ratificado que la Fiscalía no es autónoma y que el Senado, no es novedad, no obedece a la República porque la ley se interpreta según el ánimo del régimen.
Termina un fiscal controvertido, sí. Pero empieza algo peor. Es que el fiscal que viene será, desde el primer día, un fiscal del poder, no de la ley.
Conclusión:
La destitución de Alejandro Gertz Manero como Fiscal General de la República revela la vulnerabilidad de las instituciones y la falta de independencia del poder judicial en México.
Principales conclusiones:
- La manipulación política en la destitución de un funcionario clave demuestra la fragilidad de la autonomía institucional.
- El uso del poder para fines partidistas socava la confianza en el sistema de justicia.
- Es imperativo fortalecer los mecanismos de control y equilibrio de poderes para garantizar la transparencia y la imparcialidad en el ejercicio del poder público.



