Dra. Cecilia Castro Cárdenas
La autora es profesora del departamento de Finanzas de la Escuela de Negocios del Tecnológico de Monterrey, Campus Chihuahua.
Mientras otros países avanzan sin tantos obstáculos, en México seguimos estancados en los mismos problemas una y otra vez. Quizás sea hora de analizar por qué esto sucede.
Daron Acemoglu, Simon Johnson y James A. Robinson fueron galardonados con el Premio Nobel de Economía 2024 por abordar esta cuestión. Su estudio compara países desarrollados con aquellos que enfrentan mayores dificultades. Sus hallazgos resaltan que todavía lidiamos con nuestra herencia colonial. Por ejemplo, los países menos desarrollados siguen enfrentando instituciones extractivas en lugar de inclusivas; instituciones que buscan enriquecer a las élites a expensas de la explotación de las masas.
Ellos enfatizan que ni los recursos naturales ni la ubicación geográfica son tan relevantes como la calidad y estabilidad de las instituciones que gobiernan un país. ¿Por qué? La respuesta no es tan difícil si consideramos la economía como un sistema en el que sus miembros intercambian bienes y servicios esperando una recompensa justa. Así, el respaldo de instituciones honestas, eficientes y bien administradas motiva a los participantes a confiar en que, a través de la creación de valor, recibirán una retribución justa. Bajo esta premisa, personas, empresas, inversionistas y gobierno contribuirían al bienestar de todos los miembros de la sociedad, permitiendo un desarrollo económico a largo plazo.
En este sentido, podemos analizar a México y lo que sucede aquí desde esta perspectiva. Por ejemplo, la Asociación Mexicana de Emprendedores informó que, en una escala del 1 al 5, los emprendedores califican con un 2.5 los servicios públicos, y con valores cercanos a 2.2 el acceso al financiamiento y la seguridad pública. En términos de calidad institucional, el décimo Sondeo de Seguridad Empresarial señaló que ocho de cada diez empresas perciben que el Estado de Derecho se aplica poco o nada en el país.
Si las instituciones promueven una política extractiva centrada en el beneficio de ciertas ideologías, se podría explicar por qué seguimos siendo considerados países en desarrollo y no logramos alcanzar el estatus de las naciones más prósperas.
Pero estos investigadores no son los únicos que han explorado la realidad de los países y su lucha por el desarrollo. Philippe Aghion, Peter Howitt y Joel Mokyr fueron galardonados con el mismo premio en 2025 por su teoría de la destrucción creativa. Según esta teoría, el crecimiento se basa en la constante innovación, que fomenta la creación de tecnologías disruptivas y transforma a la sociedad.
Sin embargo, la innovación no puede funcionar sola; debe ir acompañada de un profundo entendimiento científico. No se trata solo de crear por crear, sino de comprender cómo funciona, para quién funciona y por qué funciona. Todo esto impulsado por una sociedad abierta al cambio, consciente de los costos a corto plazo de cuestionar el statu quo, pero convencida de que la falta de innovación lleva al fracaso.
¿Estamos haciendo esto mejor en México? Sí y no. El número de empresas tecnológicas ha aumentado en nuestro país y varias iniciativas privadas buscan acelerar proyectos con inteligencia artificial. Sin embargo, el camino es largo y lleno de obstáculos: en México, el gasto en investigación y desarrollo (I+D) ha caído al 0.27% del PIB, muy por debajo del promedio del 2.5% destinado por países como Estados Unidos, Japón, China o Alemania. Estas decisiones frenan el desarrollo tecnológico del país y provocan que los investigadores busquen recursos en otros lugares para impulsar sus innovaciones.
Entonces, ¿hacia dónde debemos dirigirnos? Basándonos en el trabajo de estos investigadores, aquí hay algunas lecciones importantes para México:
- Convertir la inteligencia artificial en un recurso que potencie capacidades, uniendo universidades, startups y empresas en un ecosistema de innovación práctica.
- Incrementar las fuentes de financiamiento públicas y privadas, y dirigir esos recursos a esfuerzos tecnológicos con gran escalabilidad.
- Promover el acceso y la inscripción de estudiantes en carreras relacionadas con el desarrollo tecnológico.
- Dejar de enfocarnos en la producción tradicional y migrar hacia la creación y proveeduría de tecnología e IA, aprovechando el talento humano y evitando su fuga a otros países.
- Acompañar grandes inversiones públicas con reformas institucionales en transparencia, rendición de cuentas y calidad de liderazgo institucional.
La reflexión es urgente. Somos un sistema y excluir partes nos llevará a repetir errores pasados. El esfuerzo debe ser conjunto. Buenas instituciones crean el terreno para que la innovación florezca; la innovación, a su vez, requiere instituciones sólidas que la respalden, generando un círculo virtuoso.
Conclusión: Es crucial analizar la calidad de las instituciones y fomentar la innovación para lograr un desarrollo económico sostenible en México.
Principales conclusiones:
- La calidad de las instituciones es fundamental para el desarrollo económico.
- La innovación y la inversión en tecnología son clave para el crecimiento sostenible.
- Es necesario promover una cultura de cambio y mejora continua en la sociedad.



